jueves, 6 de enero de 2011

Lo que mata es la ansiedad

Si hay algo que me pone muy pero muy mal es esperar.
Esperar el colectivo, esperar a una persona, esperar el fin de semana... pero lo que peor peor me pone es esperar que se cargue una página.
Ufff, desde que pasó la era de dial-up y el windows 95, no puedo tolerar ver como el circulito gira como un perro siguiendo a su cola, las barritas que avanzan como un colectivo por maipú y santa fe a las 10 de la mañana, me hace mal, mi cerebro va a mil por hora, cuento hasta 10, respiro profundo, me contengo a mi misma antes de agarrármela con el teclado y/o el mouse, después de todo ¿Qué culpa tienen ellos de que el servidor hoy esté lento?
¿Cómo hacíamos antes para abrir de una página por vez y esperar 5 minutos a que se cargue la bandeja de entrada?
Mientras tanto las páginas siguen sin cargar.
¿Por qué no te buscás otra cosa para hacer querida? me preguntarán.

- Ok, voy a escuchar música... ah no, claro, si no carga facebook, ¿Por qué lo haría Grooveshark?
bueno, miro una película, el día está ideal para sillón y película jolibudense. Pero si nunca se me ocurrió bajar una (ni hablar de comprar), con Cuevana es mucho más práctico y tengo variedad (cuando anda internet gil!)
Me rindo, mejor me dedico a cocinar, parece ser que todavía queda un libro de recetas juntando polvo en el estante.
Arrivederci

PD. Cuando dije que no hay nada peor que es esperar a que se cargue una página, mentí.
Peor es que se cargue... sin formato.

miércoles, 5 de enero de 2011

Historias de tren - Primera entrega

Me subo a un tren que rara vez frecuento, me siento extraña, no estoy acostumbrada a su andar, a los frenos, la bocina, a mis pelos al viento. No conozco a los vendedores ambulantes ni a los limosneros de este ramal: no reconozco a los honestos de los actores y ante la duda desconfío, porque: sí, señores, para no pasar por boluda, desconfío.
El tren se dispone a salir de la terminal y enseguida aparece un hombre en silla de ruedas abriéndose paso entre las pocas personas que van paradas, lo veo venir mientras trato de concentrarme en la lectura y en este mismo momento me pregunto cómo se procede en estas situaciones.
Él va repartiendo un papelito ancho y 1 cm de alto que rezaba: "HOY TE PIDO TU AYUDA SI PODES UNA VEZ MAS. MUCHAS GRACIAS X LA MANO" y yo me pregunto si le acepto el papelito para devolvérselo 3 minutos más tarde o le ahorro la molestia y le hago cara de "perdoname, me gasté las últimas monedas que tenía en el boleto"
Parece sincero y ahí se mezcla la desconfianza con la culpabilidad.
¿Y si es en serio y me estoy guardando 3 morlacos que a él podrían serle útiles? ¿Y si le doy LA moneda que tengo reservada para el colectivo que sigue y a la noche se mata de risa de todos los ilusos que le creímos el cuento del accidente mientras trabajaba en negro y los 17 hijos que tiene esperándolo en su casa? Mientras pienso en todo esto, laa mujer que lo acompaña nos cuenta su historia, aunque el ruido del tren tapa su voz, enseguida retira los papelitos muy amablemente y para mi sorpresa: también varias colaboraciones.. en mi tren no son tan generosos.
Sigo debatiéndome interiormente sobre la moral y los limosneros, el debate no duró mucho...
en pocos segundos me vuelvo a distraer.


martes, 4 de enero de 2011

Ya fue el modelaje, ya fue la cámara, ya fue la fama...

Femenino estaría bebiendo cebada fermentada como solo una dama sabe hacer: del pico y en un auto en movimiento, cuando un lomo de burro, un pozo en el camino o una conductora alcoholizada (no se estaría pudiendo dar con el motivo del exabrupto) provocó un golpe seco entre la botella y el diente superior derecho de la femenino.
Una primer hipótesis sugería que el material encontrado sería de la botella en cuestión, pero ésta fue rápidamente descartada por los peritos al verificar a través del órgano móvil situado en el interior de boca que se trataba ni más ni menos que de un pequeño fragmento del incisivo de la femenino.
Afortunadamente no hemos tenido que lamentar víctimas de gravedad ya que la falta de la joven afectada no se percibe a simple vista, a pesar de ello se procederá según el protocolo con una visita al odontólogo, el cuál determinará lo que sea conveniente para la víctima del siniestro.