miércoles, 21 de julio de 2010

Preguntas sin respuesta

Me pregunto qué es el amor.
Me pregunto si alguna vez estuve enamorada.
Me pregunto cómo se hace para saberlo, si existen encuestas, análisis de mercado, gráficos de barras, esquemas, tests... Todos hablamos del amor pero ya perdí el hilo de la conversación. ¿Es amor o autoconvencimiento? ¿Costumbre?
Cada relación que tuve me hizo pensar en qué era lo que me llevaba a seguir ¿Amor? ¿Compañía? ¿Diversión? ¿Ternura? ¿Comodidad?

Hoy me siento, después de tres años de mi última relación formal y me veo repitiendo lo que siempre dijeron las personas grandes: los príncipes azules no existen, las peliíulas románticas son ficción, los cuentos de hadas puro cuento... Esa realidad que aceptamos ante las experiencias vivídas. Esa que nos vemos obligados a vivir a menos que queramos vivir en un mundo de fantasía.

Yo me pregunto: Si Jack no se hubiera ido con el Titanic ¿Rose seguiría enamorada?

¿Es amor verdadero o es el final traumático lo que no nos deja seguir adelante?
Si nuestra relación no hubiera terminado así ¿Qué hubiera pasado? Sé que no vale la pena siquiera formularme esa incógnita. Pero realmente me pregunto si conocí el amor. Tuve grandes momentos en diversas circunstancias, relaciones que me marcaron, que me dejaron heridas... pero... ¿amor?
¿Cuánto se tarda en construir ese sentimiento? ¿Pude estar dos años con alguien sin amarlo de verdad? ¿En tres meses intensos llegué a enamorarme? ¿O la incertidumbre al no entender el final es lo que me dejó atontada?

Y es verdad que frente al dolor uno aprende y crece, vamos conociendonos más y sabiendo qué queremos. Tanto es así que quiero tantas cosas, espero tanto del otro y le exijo, y me exijo tanto, y mientras más pasa el tiempo, más detallista me vuelvo ¿Soy una eterna incoformista o realmente no me crucé con nadie que valiera la pena?

En la teoría me las se todas, te puedo dar uno y mil consejos, soy tan objetiva, se ve todo tan claro desde acá. Ojalá supiera llevarlo a la práctica. Las peleas, los celos, las diferencias, los gustos, las exigencias... parecen tan fácil de sobrellevar cuando no hay a quien adjudicarle todos esos sentimientos, EN LA TEORIA.

Y así como me volví cada vez más selectiva, también me pregunto hasta donde debería ceder en mis exigencias. Hasta donde es "sacrificio" por beneficio. Y yo misma me respondo: no existe respuesta para tales cosas.
Mejor dejemos que fluya, mejor dejo que fluya y que el amor me lleve por delante sin fijarme en el semáforo ni la senda peatonal.

jueves, 15 de julio de 2010

El reencuentro

Una amiga nos hace partícipes de un momento, una situación, un contacto con Él. Él (todas hemos tenido uno con mayúscula) que tiene 'eso' que nos hace caer en la tentación una y otra vez. Y todas entendemos que son esos acercamientos peligrosos pero tentadores. Con cada nuevo encuentro (porque sabemos que no será ni el primero ni el último, siempre habrá una nueva prueba por superar como si de una carrera de postas se tratara) nos ponemos nuevos lemas:

"Sólo quiero saber como está"
"Ya lo superé, estoy en otra"

"Volver sería retroceder..."

Y así podemos seguir... yo no hago más que compartir metafóricamente lo que siento al no poder resistirme a su 'eso':

Es como un deporte aventura: donde se disfruta de esa adrenalina de saber que en cualquier momento nos podemos caer, mojar, romper... siempre al borde, buscando nuevos límites pero tratando de evitar la caída.
Lo bueno es saber que estamos enganchados al arnes que nos va a sostener si algo sale mal...

Lo bueno es saber que ahí van a estar mis amigas para atajarme si algo sale mal. Siendo así, no parece tan peligroso y dan ganas de arriesgarse, solo por saber que pasa.
Entonces me pregunto:


¿La curiosidad mató al gato?