jueves, 25 de noviembre de 2010

Maria la paz, la paz, la paz

Bajo las escaleras y el aire caliente me hacer sentir un poco más cerca del mismisimo infierno.
Me acostumbro a la temperatura. Un montón de brazos cruzados, suspiros y reproches me invanden a pocos pasos de cruzar la barrera del mal, enseguida somos un pelotón preparado para la peor de las batallas.
Pasa un tren cargado de resignación, ya no hay lugar para más, inmóvil veo pasar los vagones buscando con la mirada el lugar que podría haber sido mío... no lo encuentro, hice bien en dejarlo ir.
Al siguiente no lo dejo escapar, con cara de poker y siempre manteniendo la compostura me sambuyo en la ola de shampoo y transpiracion.
Se mueven para acá, se mueven para allá... y yo no veo ninguna hinchada loca.
Pocas estaciones después un muchacho corpulento con mucha decisión, nos obliga a optimizar el espacio.. y si me puedo sostener con un pie ¿Por qué lo estaba haciendo con los dos? Si mi hombro puede oficiar de apoyabrazos ¿Por qué esta chica lo estaba dejando a un lado de su cuerpo? y mucho mejor aún ¿Por qué me estaba perdiendo el placer de sentir el calor corporal condensado de todos estos hombres? Definitivamente en las publicidades se ve mucho más alentador.

Veamosle el lado positivo: no necesito ni caño ni pasamanos que me sostenga.
Mantengo la cara de poker, respiro hondo y trato de hacerle caso a Gilberto que me canta al oído que lo tome con calma.. seguro que vos no viajás en subte Gilberto.
"Proxima estación: combinación con líneas A y..." y una vez más vienen a mi mente esos pensamientos recurrentes:
"No vuelvo a viajar en subte en mi vida"

"No hay derecho, yo me voy a vivir a otro país"
"No se puede venir más al centro"

Mientras tanto, un montón de adultos jugamos a maria la paz, la paz, la paz en las escaleras al cielo. Un, dos.. freno... uno.. un.. do... dos... freno... uno, dos, tres, vamos que tomamos envión, freno..
Ya siento el aire de la libertad, se asoma un rayo de sol de esta hermosa mañana primaveral.

Nos acomodamos el pelo, nos secamos la transpiracion y volvemos a ser esos personajes de oficina que supimos ser.