jueves, 4 de febrero de 2010

La calesita

Ni me hago torta, ni soy la estrella mayor.

Cuántas veces reprochamos, nos ofuscamos, recriminamos en silencio al sexo opuesto por el sólo hecho de ser igual a “todos”, nos apuramos a descreer en la otra persona, a la primera de cambio: "es un hijo de puta", "un idiota", "no nos merece", "que infeliz".

¿Es puro espamento? ¿Es una carcaza para no permitirle que nos haga sufrir? ¿Y si nos estamos quitando la posibilidad de sentirnos complementadas? orgullosas de tener a esa persona al lado nuestro, sentirnos necesitadas, admiradas, halagadas.

Estamos depositando toda la culpa de relaciones pasadas que nos hicieron sufrir o que vimos cómo le rompían el corazón a nuestra mejor amiga en esa persona que sólo dijo “Hola bombón…” y de la cual ya hicimos una radiografía completa de su aspecto, su personalidad, su carácter, sus intenciones.

Mejor usemos esas energías e inteligencia para saber dónde decir BASTA, hasta acá llegó mi amor. Pero no nos auto-boicoteemos constantemente, no nos creamos el rol de la superada auto suficiente, yo no me lo creo. No, no puedo sola.

Sí, soy muy capaz, me considero inteligente, racional, puedo soportar muchas cosas, seguir adelante, aprender de los errores y de los malos momentos pero necesito un soporte, necesito a mis amigas, necesito hablar, llorar, gritar, putear, porque soy humana, tengo altibajos, me rompen el corazón pero salgo a flote y vuelvo a creer.

Una amiga diría “ vos sos muy objetiva, no se como hacés”

Me divierte el juego de las mujeres vs. Los hombres, pero es solo eso: una diversión. No me gusta el saboteo, prefiero dar oportunidades, al otro y a mi misma. Si no funciona, es porque no era la persona adecuada, porque no congeniamos, porque no era el momento y hasta probablemente porque era un idiota (¿o esa soy yo?) pero al menos tengo la conciencia tranquila sabiendo que lo intenté. No me gusta quedarme con las ganas de nada, lo cual muchas veces me ha jugado en contra por no saber decir que no o no jugar el juego de la histeria moderna.
Es que yo de la calesita me bajé hace rato, no me van las vueltas.

Esta soy yo: frontal. Si te gusta, buenísimo, porque esta voy a seguir siendo yo mañana, pasado y el año que viene. Me satisface poder mostrarme tal cual soy, con mis pavadas, con mi soltura, esa que suele ser más común en confianza, pero que me permito usarla a mi favor y sacarme un rato el rol de la perfección de la primera cita.

Alguna vez entré de cabeza en el juego de la gata flora y durante semanas jugué a “me llamás: no quiero. No me llamás: qué te pasa?” y así siguió y la pasé mal, realmente me sentía triste, angustiada, me preguntaba en qué momento había empezado a sentir todo esto por él si salimos por no haberle sabido decir no, no tenía nada de ganas. Resulta que no era él el que me provocaba todo eso, era yo que caía, y mientras más pensaba, más me enroscaba, hasta que una sabia amiga me hizo recapacitar e hice el click como por accidente y de un momento a otro dejé de sentir todo eso que tanto mal me hacía. ¿Cómo lo hice? ¿Realmente dejé de sentir ? ¿O será que en realidad era mas ficción que otra cosa?

Esto me hace pensar en todas las veces que echamos culpas al otro por nuestros pesares cuando las únicas responsables somos nosotras por no saber dilucidar qué queremos y qué nos pasa. Cuántas veces nos mandamos ciento y un cagadas por no saber qué queremos, por no saber decir basta, por no cortar a tiempo lo que nos hace mal.

Que nuestras experiencias, especialmente las malas, nos sirvan para saber qué queremos para nosotras.

Si después de dos años y medio de haber sufrido por amor, de haberme dado con todo contra la pared aún sabiendo que en algún momento iba a pasar, si después de eso todavía estoy soltera es porque prefiero eso a estar con alguien por comodidad, necesito poder sentirme tranquila y orgullosa de la persona que elijo y a su vez poder compartirlo con mis amistades, mi familia, con este círculo que supe fortalecer tras la caída y que no dejaría de lado por nada.

Seamos perceptivas y estemos atentas a posibles fracasos y situaciones innecesarias pero no seamos resentidas, no nos identifiquemos con eso. No nos sintamos orgullosas de defenestrar a cuanto hombre se cruza por nuestra vida. No los elevemos al infinito para acto seguido hundirlos en las profundidades más recónditas.

Dejemos que las cosas fluyan, que es la mejor manera de ser auténticas…